jueves, 4 de septiembre de 2008

ENTREVISTA EJEMPLO: LA MAMÁ DEL CHORRI

DOÑA MARCELA


Los dolores empezaron a eso del mediodía, justo cuando doña Marcela se disponía a iniciar un nuevo punto en la costura y en la radio timbraba un valsesito de Oscar Avilés. Pensó que todo era una cosa natural, propia de un embarazo a punto de culminar, así que decidió sentarse y arrancar con el punto inicial, no sin antes soltar un hondo y largo suspiro luego de beberse una tacita de agua. El día estaba soleado y en la séptima cuadra de la calle San Diego, allá en Surquillo, los niños se preparaban para recibir el Año Nuevo.

Pero doña Marcela no había avanzado ni diez centímetros cuando volvieron los dolores. Intentó seguir y nada, el bebé empezaba a patear, y duro, y mamá empezaba a comprimir el rostro y abanicarse con lo que tenía a la mano: un diario pasado. Pasaron las horas y persistían los dolores, por lo que hubo que llamar a la obstetriz. A las seis en punto se hizo silencio en la casa. No más dolores. Una criatura de 3.1 kilos y 49 centímetros había nacido una fresca tarde de 28 de diciembre de 1972.

"Me agarró de sorpresa. Yo estaba tranquila, faltaban aún unos días para la fecha prevista y !zas¡, apareció Roberto. Ni tiempo de ir al hospital tuve... Sí, pues, como que ahí empezó a ser futbolista... Bonito quiebre el que me hizo".
-- Es curioso, señora. Sus hijos varones son bajos, sin embargo, sus hijas no lo son tanto.
Sí, pues, parece que con ellos no hubo muchas ganas.

La señora, casada hace 35 años con Jesús Palacios, llegó a tener nueve hijos (uno falleció). Y si tuvo tantos fue porque buscó desesperadamente el varoncito, pues las cinco primeras fueron mujeres (el orden es el siguiente: Elena, Aurora, Lilian, Patricia, Maritza, Roberto, Milagros y Martín).

Mamá Marcela

Gente buena, humilde y trabajadora los Palacios Mestas. Por casa la situación ha mejorado y gran parte de ello se lo deben al Chorrillano. La casa ha sido levantada con el dinero que el futbolista fue ganando en Sporting Cristal y los poco lujos que se dan --como dice doña Marcela-- son gracias a ello. Sin embargo, la señora Palacios no se marea y tampoco olvida las duras páginas del ayer, cuando todo costaba el doble y el esfuerzo había que multiplicarlo.

"Económicamente hemos mejorado, es cierto, pero seguimos siendo pobres. Recuerdo cuando Roberto y sus hermanas tenían que salir a pedir botellas y juntar periódicos para luego venderlos. No nos avergonzamos de la pobreza, para nada. Acá fuimos pobres pero nunca faltó un plato de comida. Yo cosía y mi marido era chofer del Ministerio de Marina".

Hoy las tardes son más soleadas por Chorrillos, el nuevo barrio. Ya doña Marcela Mestas de Palacios, con 57 años a cuestas, es todo un personaje por allá. Para todos es la "Mamá del Chorri", así que ya se acostumbró a que le pregunten por su hijo, a recibir las felicitaciones y hasta a comentar partidos y explicar porqué pasó esto y no lo otro.

"Me siento muy orgullosa de Roberto porque todo lo que ha logrado hasta el momento lo ha hecho en base a su esfuerzo y a su humildad. Es un chico sano, que no tiene vicios, que siempre trabajó para ser un buen jugador. Desde chiquito le gustó la pelota pero yo lo chantajeaba: 'si hay buenas notas, hay fútbol'. Y siempre fue un buen alumno. Le encantaban las matemáticas. Así fue simpre, menudito y flaquito, pero con una cintura endemoniada. Jamás se sintió menos que nadie, él se siente un gigante dentro de la cancha".
¿Cómo se ha portado Roberto con ustedes?
-- Execelente. Bueno, bueno es mi Negro. Nunca le he pedido nada, pero él siempre viene y me pregunta qué quiero. Ni contarte cuando llega de viaje. Cantidades de regalos para mí, su papá, sus hermanas, sobrinos. No, él se pasa. Me acuerdo cuando le dieron su primer sueldito. Llegó a casa y me lo entregó todo. 'Toma mamá, para que levantes la casa'.
Uno pregunta que nunca se la hemos formulado a Roberto, señora. ¿Por qué del bigote?
-- Ah, es que yo nunca dejé que se lo afeite. Primero aparecieron los bellos a los costados, a lo Cantinflas o Tin-Tan. Pero le dije que si se afeitaba le volverían a crecer rápidamente y todos disparejos, por eso jamás se rasuró.
¿No le provoca verlo sin bigote?
-- No, así está lindo.

Genes futboleros

Uno observa a Roberto correr y gambetear con tanta facilidad por los campos de fútbol que es imposible preguntarse, ¿de dónde sacó esa cintura el Chorrillano? Una rápida e inicial respuesta nos dice que siempre tuvo esa habilidad innata para jugar con la pelota. Para quebrar, correr y patear.
Sin embargo, escarbando en su pasado, encontramos una pista certera: el Chorrillano fue, antes de futbolista, un eximio bailarín. Roberto formó parte del grupo "Los Angelitos Negros", danceros de la música negra, y paseó sus plásticos movimientos de marioneta por la tele (canales 4, 5 y 7) muchísimo antes de ser famoso por hablar con la pelota.
Cuenta su madre que danzaba y entrenaba muy contento hasta que el profesor Mellán dijo basta. O baila o juega al fútbol. Y Roberto dejó los suelos por los campos verdes.

Pero el dato más importante en esta búsqueda de su habilidad es, sin duda, el pasado de doña Marcela, otrora wing izquierdo en su época, integrante del primer equipo de fútbol que conoció este país. "Fue hace muchos años, hijo... puffff, ¡yo tenía quince, dieciséis. Fíjate, pues!". El equipo se llamaba Porvenir Miraflores, la camiseta número once era de ella, admiradora de "Huaqui" Gómez Sánchez. Todo iba bien hasta que le llegó un inesperado y triste final a su carrera. Una fractura al tobillo la obligaba a no jugar más al balompié. No hubo partido de despedida ni nada de esas cosas, tan solo un par de lágrimas. "Es que el fútbol me gustó toda la vida. Fui hincha de Alianza, ahora soy de Cristal".

¿El mejor jugador que vio usted?
-- César Cueto, excepcional.
¿Roberto está cerca de él?
-- Humm... Le falta un poquito.

"Chorri" querido

En estos tiempos que al hijo todo le ha salido bien, los Palacios han tenido que aprender a sobrellevar esto de ser la familia del Chorrillano, hoy por hoy, el más querido por los niños y adultos de este Perú. Con decirles que el jueves 1 de mayo, cerca de las dos de la madrugada, y luego de la epopeya de Barranquilla, dos autos se estacionaron en la casa de los padres y empezaron con los gritos, cánticos, bocinazos y todo eso. Vitoreaban a Roberto y tuvo que salir Mamá Marcela a decir gracias, muchas gracias, pero los muchachos le agradecieron a ella el haberle dado vida al Chorri.

¿De dónde nace el apelativo Chorri? "Roberto iba a jugar por el Sport Colina un campeonato, pero cuando llegó las inscripciones se habían cerrado. Entonces lo hicieron jugar con un carnet bambeado. Yo le gritaba 'Roberto, Roberto' y la señora Rosa --en estos momentos no recuerdo su apellido--, me dijo que lo llamáramos por otro nombre. Y dijo, 'dígale Chorri, porque vienen de Chorrillos ¿no?'. Y así se quedó con Chorri".

Nunca a faltado a un partido de Roberto en Lima. Nunca. Dice que hasta con muletas iba a los estadios. Y hasta casi se ha peleado con algunos barristas en Matute. "Gritaban mátalo al Chorri, mátalo. Yo le dije: 'oye, qué te pasa, vas a ver, a la salida te agarro', claro, con algunos ajos y cebollas. Recuerdo que Cristal ganó y cuando busqué al muchachito ése, ya se había corrido". Agrega que el Chorrillano le ha pedido que no grite en el estadio y que ella ha obedecido. "Ahora me controlo más, ya me eduqué en ese sentido", dice.

Rezo por tí

Si la Selección Nacional --o antes con Sporting Cristal-- va jugar en el exterior, doña Mrcela, antes de sentarse en el inmeno televisor color que el hijo le ha regalado ("para que me veas más grande", le dijo el Chorri), tiene todo un ritual. En su dormitorio tiene las imágenes de la Medalla Milagrosa y de San Benito de Palermo y ante ella se arrodilla a rezar. Le pide a los santos que "Perú gané y que le cuiden las piernas a mi Negro, que no me lo pateen".

Pero Roberto nunca ha tenido una lesión grave.
-- Claro, pues, estaba bien papeado. Tiene buenos huesos, no en vano comía su quaker con sus camotes, más su jugo con miel de abeja.
¿Le gusta cómo juega Roberto?
-- Me aloca, me encanta.
¿Puede llegar a Europa?
-- Claro, tien cualidades para triunfar allá.

El Día de la Madre ha pasado y doña Marcela no ha pedido nada especial. "Qué más quiero que tenerlo a él y a mis otros hijos conmigo. Con eso soy feliz".
Ella no pudo ser futbolista, tuvo que contentarse con ser madre del Chorrillano. ¿Le parece poco?