jueves, 24 de septiembre de 2009

Partido Mundial 2006: Argentina-México

Argentina venció a México en tiempo suplementario

QUE VENGA ALEMANIA

El zurdazo impresionante de Maxi Rodríguez puso a Argentina en los cuartos de final. Ahora sienten que no los para nadie, ni siquiera los germanos


Fabricio Torres del Aguila

Enviado especial


LEIPZIG. En esa parábola viajaba mucho más que un soberbio gol. En aquel zapatazo del Maxi Rodríguez estaba en juego la defensa del fútbol bien practicado como el de Argentina, el orgullo de sentirse más candidatos que nunca y la chance de enfrentar nada menos que a Alemania en cuartos. En esos instantes previos al gol del triunfo, luego de que México haya tenido el pase bastante cerca, empezó a escribirse la nueva historia del equipo de Pekerman, como dijo Sorín luego del partido. De ahora en más es matar o morir. Y anoche, en este espectacular recinto de la antigua Alemania Oriental, donde los mexicanos eran mayoría, vio la muerte bastante cerca. Hasta que desnudó su pecho y apareció la camiseta. Ahí se acabó el partido.

Noventa y ocho minutos antes, el mismo se había iniciado tras una corajuda entrada del Rafa Márquez por el segundo palo. Una pelota fue peinada hacia atrás y ahí apareció, libre y sin marca alguna, el zaguero del Barcelona.

Nada verde

México pegaba primero apenas a los seis minutos. Sorpresa general. Hasta que un córner ejecutado por Riquelme es conectado por ¿Crespo?, ¿Borgetti? La FIFA se lo dio a Crespo, aunque para nosotros fue autogol. No importa. Iguales en menos de diez minutos. Luego Ayala cruza a Jared, enseguida Márquez hace lo propio con Crespo. Luego Hernán no la sombrea bien... Partidazo hasta los veinticinco.

De golpe, ese ritmo entró a la congeladora, y Román fue quien abrió la llave del refrigerador. Pese a que México tenía el balón y era quien más insinuaba, fue alto el nivel de Ayala nuevamente, bien secundado por Heinze.

En el banco, Pekerman calmaba su ansiedad gritando. En el otro, La Volpe extrañaba al cigarrillo para calmar los nervios. Argentina no era el equipo que había superado a todos en la primera fase y México tampoco era el conjunto que igualó ante Angola y cayó ante Portugal. Uno y otro intercambiaron roles. Los verdes en base a su admirable actitud, los albicelestes sin reacción ante la presión del rival.

Pero la camiseta pesa, claro que pesa. Cuando se dice que la historia no juega, se intenta rebajar el respeto hacia el grande, cuando en realidad esta existirá siempre. México lo tuvo hace un año contra las cuerdas hasta el minuto 87, cuando Luciano Figueroa empató el juego en Hannover. Luego, los penales le darían el pase a la final a los de Pekerman. Sí, los mexicanos los derrotaron en la Copa América pero, pregunto yo, ¿quién llegó a la final? Quiero decir que, aunque en el juego anden a los tumbos, siempre hay uno que se acuerda del pasado y endereza el futuro.

Ese fue Maxi Rodríguez, el pulmón desconocido que ya tiene tres goles en la Copa. No brilla pero cómo cumple. Aunque ayer, hasta el gol, había tenido una noche para el olvido. No era el peor de Argentina (Scaloni se lleva el premio), pero junto con Saviola y Sorín andaban para los cuatro puntos.

Hasta que el sol salió para el equipo de José, quien a falta de quince para el final puso toda la carne en el asador: metió a Aimar, Tevez y Messi, los enanitos de Blanca Nieves, como alguna vez los llamó Grondona. Fonseca se había perdido el del triunfo en el minuto 89 y ni bien arrancó el primer suplementario, Tevez optó por aguantar y no disparar.

Así estábamos todos. Queriendo un gol pero aguardando los penales. Así estaba Pekerman, así caminaba La Volpe, hasta que un misilazo cambió el rumbo de este partido, agrandó el mito y convirtió a Argentina nuevamente en candidato. Antes, claro, se las verá con Alemania. Y todo gracias a esa parábola donde, como ya dijimos, viajaba mucho más que un soberbio gol.